miércoles, agosto 15, 2007



No soporta. No puede. Lee a Balzac en su departamento y del otro lado de la pared le llegan los chirridos de una persecución y uno que otro balazo al aire. Ve el polvo en las calles caer al paso de las levitas, y escucha a los autos volar por sobre la autopista. Cuatro capítulos dislocados. Arroja de golpe a Balzac en el bergiére (pag. 253) y sale a la puerta de su vecino.

Lo encuentran en el pasillo horas después, frente al 14-B, policontuso y fracturado. En la mano muerta, aferra un pequeño caballito de metal y algunos trozos de fibra de carbono.

Su muerte no apareció en periódico alguno.

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