viernes, agosto 24, 2007

El arquetipo de la cosa


En esa sociedad al llegar a la mayoría de edad todo joven debía cumplir con un rito sagrado: elegir su nombre y determinar cuál apellido habría de llevar, pues es un derecho llamarse por lo que es y no por el deseo.Esa sociedad amaba la libertad y los símbolos.

Había quienes pensaban en sus recuerdos, en sus huellas, en su amor. Otros, como Juan, en quien pegaba más fuerte, o quién lloraría menos.

miércoles, agosto 22, 2007

Carta abierta a mis compañeros de colegio


Hubo un tiempo - uno solo, continuo, imperceptible - en que flotamos, unidos por nada / más que un líquido que nos entregaba nutrientes, calor, pero que, por sobre todo, nos hizo pensar que el mundo era grato, una fuente inagotable de placer, de completud.
Hubo un tiempo en que el agua nos abrazaba, éramos todos en ese líquido amniótico, y reíamos en burbujas que estallaban en la corteza exterior, y escuchábamos - sí, en ese tiempo escuchábamos - cómo afuera sonreían, es hermoso, decían, es luminoso, pero lástima que se va a acabar alguna vez, una pena, decían. Y la voz a veces dejaba caer la sorpresa Patea, viste? y la placidez, nos cantaba que así en el líquido amniótico nos hacíamos uno así también cambiaríamos el mundo, y saldríamos para abrazarlo también, porque éramos comunitarios, hermosamente gentiles, unidos. Y nos lo creímos, brotaba de nuestras gargantas un sonido común - un sonido vacío, intransmitible, mera vibración, una música de fondo en un sueño perdido a las seis de la mañana - y juramentamos, tan hermosos como inconscientes, promesas tan impracticables como toda belleza en el mundo real.
Tal vez supimos qué se venía porque el último mes nos abrazamos más fuerte que nunca, tal vez incluso algunos nos llegamos a tocar, a palpar esas narices aún informes y los ojos aún cerrados, y sonreíamos, y apretamos nuestras manos, y tras la tela inmunda que eran nuestros párpados, en la borra asquerosa que tenían nuestros labios, vimos ese poco de luz que se asomaba por la grieta, cada vez más grande, en lo que nos había mantenido juntos, y nos abrazamos a los que teníamos más cerca, y, felices, temimos. Y hubo entonces hecha la luz, y el frío, y el dolor. Y nos separamos. Nos hicimos en la separatividad. Entonces aún recordábamos, y hubiésemos sido geniales, pero una cosa es cierta: la belleza y el amor tienen tanto a veces de cerrar los ojos, de recordar, de borrar la distancia del yo, de anular el acto de incorporar, y no ser más que un tubo, un precioso tubo vacío por el que ha de pasar el mundo libre y nosotros, aquellos, con las manos en palmas abiertas, habríamos de amar, de proyectar esa sombra cálida que nos quitaron con el primer baño de realidad - es cierto, en la realidad no se puede amar una criatura berreante, unida por la viscosidad de un líquido incomprensible de uno en uno, no se puede, y nosotros no quisimos - porque conocimos la luz, y el intento civilizatorio de cortar el cordón, aprender a caminar, a hablar, a mirar, a actuar (en nuestra vida).
Y fuimos muchos, entonces, y pocos, aún. Lloramos la pérdida, berreamos por el triunfo, porque pensamos en esas voces y en doblarles la mano, ¡qué importaba la separatividad, si nacimos juntos y pateamos en las mismas aguas! ¡Eso no se olvida, eso es una marca!
El vientre es un lindo sueño. Y queda en nuestra mente como un buen recuerdo, como el sueño de la sombra de algo imperceptiblemente hermoso, con un toque de carne en las noches de borrachera, como una pizca de nuez moscada al despertar en medio de la noche con la cabeza en el pecho de la amada. Pero no es ya más que eso. Porque cuando nacemos al mundo nuestras manos se cierran, toman el gesto absurdo y vano de incorporar, tener, comer, retener, vestir, de ir poco a poco creyendo en que más lejos es más, y más Yo es más, y más me diferencie más dejaré mi huella en las cenizas que nos tocaron pisar. Pero se nos olvida el viento.
Tenemos entonces que ir a la casilla del banco - esa caja pequeñita, numerada, de cristal, donde cabe sólo el más preciado de nuestros objetos - y darnos cuenta de que guardamos sólo polvo, y que sin nuestros brazos abiertos estamos vestidos y solos, y con un sabor cada vez más huidizo en nuestra garganta.
Pero está bien, cabros, está bien. Somos ya adultos y nos avergüenza andar desnudos, ya somos hijos de la mancha, ya nos parió la conciencia. Nos informaron ya que junto con la primera mota de polvo y con el primer haz de energía surgió el mal, nos hablaron del Big Bang: Nuestro universo nació para separarse, es la condena de no soportar(nos) demasiada unión.
Una cosa es cierta: jamás nos unió nada concreto. Y allí radica la belleza de todo esto, y la tragedia de la palabra recuerdo.
Salvo por los mal paridos. Salvo por los que les quedó un trozo de carne en el ombligo, y lo dejamos estar ahí, tal vez lo dejamos crecer y le permitimos podrir nuestras carnes. Porque para el mundo de afuera es eso, tanto de podredumbre y de poca higiene esto de dejar enquistarse el vidrio en el zapato, la grieta en la lengua, el trozo de cordón en el ombligo.
Otras veces salimos a abrazar, y nos encontraron ridículos, risibles, niños a los que había que corregir. Llegaron nuestras madres, y las sustitutas de nuestras madres, a educarnos, a ser tan maduros como ellos, tan civilizados como ellos, tan individuos como ellos.
No, está mal. Desde qué punto, no lo sé, pero está mal. El hombre como especie, como todas las especies, tiene un solo mandato: adáptate, sobrevive. Entonces está bien. Debemos madurar, dejarnos de tonteras y desvincularnos afectivamente del recuerdo, del mundo, para así triunfar, dejar nuestro nombre, prolongar nuestro apellido, y dejar este mundo con la paz de que hice bien las cosas, de que era lo correcto, de que tengo mi nicho bien ganado. Basta con nuestro terruño, nuestro pequeño feudo: una mujer que me ame, unos hijos que me respetan, una familia a la que querer y enterrar, una casa mía para la vejez, toda mía para que la segunda generación la demuela y reduzca nuestros huesos a ceniza; un auto para cinco años más, un jardín, y un balón en una plaza que entonces parecerá extraño, un poco ridículo, y nos hará jugar con la mirada en el suelo, en el balón y nuestro hijo, y no veremos más ya nada, porque no hay nada que ver, porque estaremos todos en la misma plaza, y sólo veremos nuestra vergüenza, nuestras ganas de poner un vacío entre cada estrella. Y está bien, de eso se trata. Mal que mal, somos hijos del Big Bang.
O bomba de racimo, como lo llamábamos entonces.

Los quiero a todos.
Inmutable,
Nerciano

viernes, agosto 17, 2007

Secreto de la vida familiar


En un comedor lleno de riquezas que carecen de sentido
mirando hacia dentro sin saber qué es lo que buscamos
cenamos juntos para ocultar la vergüenza de no saber ser
de no saber amar de no saber hacer de no saber vivir
La desesperación tranquila es el secreto de la vida familiar
Tememos caer por una pendiente que se hunde en el infinito
Existiendo sólo como ausencias y en el Tiempo siendo
/sombras
mascamos en silencio una costilla sacada del primer
/hombre
(A. Jodorowsky)

La depresión está sobrediagnosticada



Traduzco parte de un artículo aparecido en The Guardian hoy:
"A demasiada gente le están diagnosticando depresión, cuando meramente están infelices, dijo un importante psiquiatra hoy. Las emociones normales son a veces tratadas como enfermedades mentales porque el umbral para la depresión clínica es muy bajo, según el profesor Gordon Parker.

El profesor Parker dice que la depresión se ha vuelto un diagnóstico "multiuso" guiado por el inteligente mercadeo de compañías farmacéuticas que lleva a la creciente prescripción de drogas antidepresivas. En su artículo del Diario Británico de Medicina dice que las drogas están siendo comercializadas más allá de su "verdadera utilidad" en casos en los cuales las personas están más infelices que deprimidas.
El siquiatra, de la New South Wales University, Australia, dijo que el "sobrediagnóstico" de depresión comenzó en los 80, cuando se bajó el umbral de diagnóstico para los desórdenes menores de ánimo. (...) Los síntomas que califican incluyen "sentirse triste, melancólico o bajoneado" por dos semanas, o cambio en el apetito, problemas en el sueño, descenso en la líbido y cansancio. El siquiatra dice que estos síntomas son tan comunes que la mayoría de las personas los han tenido alguna vez en la vida. Bajo las actuales condiciones, se piensa que uno de cada cinco adultos ha sufrido depresión durante su existencia."
El boom fue en los 90, y se ha criticado el papel de las compañías de drogas. En Japón, las compañías han apuntado al reconocimiento de que la "depresión suave" necesita tratamiento medicamentoso. "GlaxoSmithKline hizo correr un aviso en el país sobre la depresión suave: La depresión es una enfermedad que cualquiera puede tener. Puede ser curada por la medicina. La detección temprana es importante".
Entre 1998 y 2003 la venta de antidepresivos en Japón se ha quintuplicado, según los estudios de la OMS. La compañía GlaxoSmithKline vio un incremento de la venta de Paxil de US$108000000 a US$298000000 entre 2001 y 2003.
Sin embargo, algunas instituciones benéficas a cargo del cuidado de la salud mental rechazaron la idea del profesor Parker. Dicen que es mejor sobrediagnosticar la depresión que no tratarla. Otro estudio dice que gracias al aumento del diagnostico de depresión, la tasa de suicidios en Gran Bretaña ha bajado en un 10%. Aunque los doctores sí están de acuerdo en que se confía demasiado en los medicamentos. "Suelen ser prescritos cuando hay otras alternativas de tratamiento."
La OMS predice que la depresión será la segunda enfermedad más seria globalmente después de los problemas al corazón.

***

Me llamó la atención este artículo no sólo por la asquerosa presencia del "mira quien se beneficia" en el asunto, sino por de la medicación de las enfermedades, o de la medicalización de la experiencia humana. Propio del modelo racional es que nos escindamos de la experiencia y la observemos como objeto. Cuando el espíritu duele, es decir, cuando las emociones se des-normalizan, la tratamos como enfermedad, como algo que debe ser corregido. Sin embargo, cuándo las emociones, por más dolorosas que sean, no son normales? Por qué tenemos que anular la emoción. Es natural sentir decepción, es natural sentir dolor, pena. La angustia es parte de nuestra existencia. Para algunos define nuestra forma de ser humanos, en tanto sujetos incompletos. Cuidado, el dolor es una respuesta natural, normal. El problema es otro.

miércoles, agosto 15, 2007



No soporta. No puede. Lee a Balzac en su departamento y del otro lado de la pared le llegan los chirridos de una persecución y uno que otro balazo al aire. Ve el polvo en las calles caer al paso de las levitas, y escucha a los autos volar por sobre la autopista. Cuatro capítulos dislocados. Arroja de golpe a Balzac en el bergiére (pag. 253) y sale a la puerta de su vecino.

Lo encuentran en el pasillo horas después, frente al 14-B, policontuso y fracturado. En la mano muerta, aferra un pequeño caballito de metal y algunos trozos de fibra de carbono.

Su muerte no apareció en periódico alguno.

Do the evolution


Martin O'Carroll, dueño de una fuente de soda de la capital, decidió ampliar su negocio hacia el mercado del reparto de comida. Pensando en los distintos segmentos, compró los medios de transporte que se puede ver en la fotografía: una bicicleta, una bicimoto y un scooter. La designación es simple: el scooter para las sopas y pastas, la bicimoto para las pizzas y sandwiches calientes (para que no se pierda la costumbre de la pizza tibia y retrasada) y la bicicleta para las ensaladas y platos fríos.
Don Martín contó con un credito blando del Fosis para su fabulosa idea, que ha traído réditos importantes tanto para sus empleados como para su negocio. Las ventas de Mordisco's han aumentado en un 40% entre las 14 y 16hrs, ampliando su clientela a internautas, universitarios, amas de casa inadecuadas y mascotas hiperdesarrolladas: don Martín cuenta con más que los partidos de Colo Colo y Universidad de Chile para llenar sus arcas. Mario Rodríguez, repartidor de ensaladas, ha visto un incremento de un 15% en sus propinas semanales, pues los vegetarianos del barrio El Bosque Norte se identifican con él. Adolfo Gutiérrez sobre su bicimoto es la sensación de Escuela Militar, incrementando el cuchicheo de las empleadas deseosas de sus atributos tensos al iniciar la marcha en cada esquina. Aunque todo negocio próspero tiene sus dificultades. Osvaldo Peñaloza, repartidor de sopas, no acostumbrado a la velocidad, sufre de tics que han obligado a ofrecer sólo menús de media sopa y pasta.
Nuestro Gobierno invita a todos los microempresarios a sumarse al ejemplo de O'Carroll y su Mordisco's. Imaginando se crece mejor, recuerda Augusto Montenegro, encargado de proyectos de la zona centro-poniente. Y le creemos.
Diario Comunal, 13 de Agosto de 2004