En esa sociedad al llegar a la mayoría de edad todo joven debía cumplir con un rito sagrado: elegir su nombre y determinar cuál apellido habría de llevar, pues es un derecho llamarse por lo que es y no por el deseo.Esa sociedad amaba la libertad y los símbolos.
Había quienes pensaban en sus recuerdos, en sus huellas, en su amor. Otros, como Juan, en quien pegaba más fuerte, o quién lloraría menos.
Y cuál sería tú nombre Crístian?
ResponderBorrarBien sabes que elegí Cristián, por una razón musical
ResponderBorrarLa voluntad mueve a la identidad. Quien se nombra a sí mismo, se posiciona desde donde quiere estar.
ResponderBorrarnominalistas de mierda!
ResponderBorrarNo los soporto!!!!
Váyanse de regreso a la edad media!!!!
Pero qué útil es partir nombrando para poner nuestras identidades vaporosas, aunque sea una de las tantas ideas que se diluyen en la inconsistencia del instante.
Puta!, yo y mi budismo zen de segunda mano!
y si fuera en otro idioma?
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