domingo, julio 19, 2009

Vara alta

¿Qué es eso de dejar la vara alta? Un(a) amante, una clase, una novela. ¿Es la novela, el amante, o el deseo de quien lo experimenta?

La modernidad se basó en la idea de progreso infinito. Ha hecho crisis, y los intelectuales buscan acercarse a lo orgánico para explicar los fenómenos de la realidad. Dialogismo, interacción, simultaneidad. Sin embargo, esta modernidad en la posmodernidad permanece enquistada. Evolucionar, escalar. Ideales que nos mueven. Pareciera que cualquier derrocamiento, incluso de esta idea, nos lleva a estados superiores.

Esto es lo que está de fondo en la idea de la vara alta. Pasamos de una experiencia a otra, y ésta necesariamente tiene que ser mejor que aquélla.

Progreso.

¿Por qué la experiencia tiene que ser progresiva?

Con aquél modelo en mente, siempre tendremos relaciones insatisfactorias (de toda índole), pues impondremos nuestros deseos al objeto, en vez de contemplarlo y disfrutarlo cual es. El amante debe ser así y así. Y mejor que X, porque si no me habría quedado allí. Y estamos con él/lla pensando en los requisitos que debe cumplir, y no en él/lla

El deseo del progreso siempre nos llevará a la insatisfacción, y a las odiosas comparaciones... y a no estar en ninguna parte.

Progresamos si fluctuamos sin imponer, y caminamos lo que tenemos que caminar.

O al menos es más satisfactorio.

sábado, julio 18, 2009

Los desamparados I


En la peluquería, anónimo, suave de voz. Largo, delgado, como un árbol recién creciendo. Si le sostienes la mirada, la baja con una vergüenza tan ligera como indescriptible. Toma cada grupo de cabellos con timidez y suavidad, y raspa desflecando como una disculpa. Si le hablas, le preguntas o le corriges el corte, lleva los ojos hacia dentro, los hombros hacia adelante, el pecho para atrás, el mentón abajo, como un niño pequeño que espera la llegada del hombretón que tiene de padre, de las manos gigantes sobre su cuerpo frágil, de la mirada ausente de la madre, de los reproches por el álbum de estampas y los paisajes, y el agua.
Cuando te vas barre los cabellos en silencio. Cuando cruzas la puerta sonríe, vuelva pronto, que esté bien, y continúa barriendo, a la espera de otro cliente, de una tarde larga y desapercibida.

viernes, julio 17, 2009

Los desamparados


"Lo que pasa es que a primera vista no se los advierte, o porque por lo menos resulta que buena parte de ellos no lo parecen a primera vista, o porque en muchos casos no lo quieren parecer. Y porque, al revés, grandes cantidades de seres que pretenden serlo contribuyen a confundir aun más el problema y hacer que uno crea al final que no hay desamparados verdaderos.
Porque claro, si a un hombre le faltan las piernas o los dos brazos, todos sabemos, o creemos saber, que ese hombre es un desvalido. Y en ese mismo instante ese hombre empieza a serlo menos, pues lo hemos advertido y sufrimos por él, le compramos peines inútiles o fotos de colores de Carlitos Gardel. Y entonces, ese mutilado al que le faltan las piernas o los brazos deja de ser parcial o totalmente la clase de desamparado total en que estamos pensando, hasta el punto de que lleguemos a sentir luego un oscuro sentimiento de rencor, quizá por los infinitos desamparados absolutos que en ese mismo instante (por no tener la audacia o la seguridad y hasta el espíritu de agresión de los vendedores de peines y de retratos en colores) sufren en silencio y con dignidad suprema su suerte de auténticos desdichados"
Ernesto Sábato: Sobre héroes y tumbas. El dragón y la princesa. V