viernes, agosto 14, 2009

Los desamparados II: la cuentacuentos (ayudamemoria)


Se sube a la micro por una de las puertas de atrás. Avanza entre la gente, entre el escándalo de ser tocado por otro. Por fin se hace de un lugar, un vacío cerca de una de las puertas. Y se cuelga de uno de los pasamanos. Yo apenas me he dado cuenta de lo que pasa: voy encerrado entre un libro y los audífonos. Pero entre los silencios de la música me llega un rumor. La mujer algo está voceando. Cuentos.
Los hombres tienen pene, y las mujeres, pena. Fin. Algunas señoras se revuelven incómodas en los asientos, otras miran por la ventana. Los hombres la enfocan con enojo o risa. Ella se disculpa por si causó alguna incomodidad, pero es como piensa. Y continúa con sus microhistorias. Tristes, las historias.
Mientras habla las personas chacharean entre sí. Los lectores leen sobre sí. Los demás no escuchan, pegados en el devenir de los carteles por las ventanas. La cuentacuentos habla, y su voz está cada vez más metalizada, y ella más pequeña. Ya no la veo entre la gente, y apenas me llega su voz. … deben ser contadas... mi trabajo... historias... personas... olvido. Hace rato que nadie le pone atención. El farfulleo sentado sobre la cuentista la desapareció. Lo último que escuché fue sobre Zola Sierra. Y su decepción ante las escasas monedas que cayeron en su mano. Y una imprecación silenciosa al suelo cuando el bus desperdigó sus papeles por el suelo, en plena calle, frente al hospital Salvador, al bajarse.

1 comentario:

  1. Buen texto. Me gusta la fragilidad del personaje y cómo en los detalles vas poniendo temas de reflexión.

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